martes, 11 de septiembre de 2012

Perdidas

La vida nos enseña que siempre estamos aprendiendo. Ante la primera perdida nos enfrenamos a ella perdidos. Caminamos bajo la neblina sin una mísera brújula que nos guíe o un cartel de seguridad que rece: EXIT. Somos como un bebe pequeño ante su primera experiencia con el fuego de una cerilla, en la que descubre que el fuego quema y hiere. O como un niño que sube al árbol sin cuidado y descubre que la caída puede romperle un brazo. Así que seguimos viviendo sin la receta, sin la tirita o la pomada que nos calme el dolor. Sin embargo, ante la segunda, la tercera o la cuarta perdida… hemos aprendido que pomada funciona mejor para las quemaduras, o que componente químico tomarnos para ese dolor, o que tirita usar para los cortes. Al final, la única diferencia es que seguimos andado. El dolor ya no nos para, no nos tumba, no nos amordaza, no nos deja sin aliento. Simplemente aprendemos a vivir con la herida sangrando, esperando pacientemente a que los remedios la hagan cicatrizar lo antes posible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario