Si te quedas en casa, como bien dices,
pierdes las maldades.
Si te quedas con tus silencios
sé que no amarras tus lealtades.
Las paredes se convierten en corazas,
y las excusas en leyes,
y los miedos en verdades.
Las miradas en muertes
y la soledad en tu madre.
Pero también sabéis
que eso son cobardías y necedades,
pero también sabéis que allá fuera
están esperando los miles, los millones de humanidades.
miércoles, 2 de junio de 2010
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