miércoles, 28 de octubre de 2009

Ausencias

Al sentirme tan cerca, la distancia se incrementa; se niegan las emociones y la razón parece refugiarse en el sentido.

Un largo camino recorre las enseñanzas adentrándose en el bosque de las ausencias, en el desierto de la ignorancia, en la ceguera del necio, en la soberbia del orgulloso y en la oscuridad de la vanidad. La serenidad parece un espejo fantasmagórico que no encuentra su imagen. No hay reflejo, ni camino, ni destino. La mente se vuelve sorda ante el vacío que propicia la falta de serenidad.

La búsqueda no está en el exterior. La paz no es un lugar, una ciudad, un país; no es un desierto de arena ni un mar de océanos. La paz se anhela pero es necesario aprender a leerla, a olerla, a pensarla, a recordarla. Es la búsqueda de una enseñanza.
Me siento tan lejos de ese deseo, anhelo la paz pero sé que me espera un largo camino de lucha y aprendizaje. Es como una estrella que iluso crees alcanzar cuando intentas atrapar su reflejo en el agua.

Aunque por fin hoy hay un poco de luz ante tanta tiniebla, no sé cuanto tiempo durará. Su instante se desvanece con tanta facilidad.
Un refugio no es necesario aunque quizás para aprendices de sabios sea una opción aceptable. Tener miedo a la soledad no es más que un reflejo de tus fobias. El miedo es el fantasma de un precipio, es la imagen que te devuelve tu espejo interior.
No se debe, o no es necesario, tener miedo al futuro, ni al pasado, ni al presente, pues no es necesario tener miedo de uno mismo. Y si es así, es evidente que eres para ti tu otro desconocido.

Los actos impulsivos e irreflexivos son la voz que nos recuerda lo lejos que estamos de la luz y lo cerca que se está de la bestia. Ambos poseen sus cualidades y sus defectos y no es irremediable elegir como tampoco necesario. Estos actos sólo son una voz que nos recuerda donde estamos. Es una voz que nos anuncia la distancia hacia la ciudad que perseguimos.

Si vives sin ignorar tus miedos nunca te sentirás perdido. Tampoco sentirás ansiedad ni angustias, pues no rechazas, de esta forma, la brújula que marca tu posición y camino.
Hacerse responsable de las acciones no es un acto valiente, sino que debe ser un acto coherente.
Por otra parte, se recomienda usar la ironía, o el sarcasmo, sólo en circunstancias necesarias pues sino se convierte en una herramienta pesada que retrasa el andar.
Cargar con armas secundarias no hará sino retardar el día.

Escuchar el ritmo de la risa también ayuda a recordar donde te encuentras. Si es compulsiva, exagerada, forzada u obtusa reflejan el estado de tus emociones y frustraciones.

Escucha, oye, piensa, reflexiona, medita; pero día y noche hasta que se convierta en un acto tan mecánico como la respiración. Las enseñanzas deben ser interiorizadas de tal forma que ni la misma muerte consiga arrancártelas.

sábado, 24 de octubre de 2009

Un día como otro cualquiera

Un día como otro cualquiera decides: voy a crear un blog.

Crees tener una genial idea, aunque sabes que como tú, y sobre todo, antes que tú, se han levantado otros miles de transeúntes de esta patria "que es la humanidad" y han decidido hacer lo mismo, pero exactamente lo mismo que tú: un blog.

Así que te paras a meditar -dícese del ejercicio del único músculo que no se utiliza en los centros deportivos-. Acto seguido vienen las preguntas, los proyectos, las ideas, las reflexiones.

Entonces tomas conciencia de que el principal problema radica en que hace tiempo que no ordenas por escrito tus adentros. Llevas dedicado a ser portavoz de la actualidad y mero transmisor de noticias, y de las ideas de otros, demasiado tiempo. Y aunque nos llamen plumillas, reporteros, locutores, comunicadores, dircoms... -y alguna que otra vez: cosas peores- en este recién estrenado siglo, desgraciadamente, sólo somos altavoces de la actualidad.

Sigues adelante, tras un involuntario alegato a la profesión que se manifiesta como algo inevitable si ser periodista es "quien eres" y no "que eres".

Confesiones aparte; y tras algún que otro mordisco de realidad al organizar tus entrañas que te obliga a ponerte la tirita de rigor; llaman al timbre: es el pánico escénico.

¿Le interesará realmente a alguien esta bitácora?. Y concluyes: "esa no es la pregunta, lo importante es comunicar" -respuesta que denota pura vocación o mera deformación profesional, pero quién las diferencia-.

Te sacudes, respiras, resuelves dudas y miedos, sólo los de la epidermis, más adentro has decidido no sumergirte por pura pereza emocional.
Te vistes con el mono de laborar y como obligado dogma -de quien ha sido uno de los grandes genios del arte del siglo XX, y un resuelto misógino, por qué no decirlo, Pablo R. Picasso- te recuerdas: "Cuando baje la inspiración, que me pille trabajando".


Bienvenidos des-iguales, soy Blanca Mendiguchía y este es mi blog. Sentaros y poneros cómodos: ¿un café?